Hablemos de Caracas. Pero hablemos bien. ¿Por qué no?
Todos los que habitamos en este hueco (es literal, valle = hueco) sabemos lo fácil que es odiarlo, pero hoy quiero marcar una pequeña diferencia y separarme del resto de mis amigos bloggers que han gastado más de un post en despotricar en contra de esta pobre jevita cuatricentenaria.
Hay pocos momentos que la reivindican, pero los hay y eso es lo importante.
Cualquiera que haya bajado en el teléferico de noche sabe de lo que estoy hablando. Mirar hacia abajo justo cuando se disipa la neblina nos da la sensación de reencuentro que a veces olvidamos. Es como cuando tienes un novio que es medio patán, pero que de vez en cuando tiene lindos detalles. Lo odias cuando se emborracha y coquetea con otras, pero es imposible no amarlo cuando te escribe de la nada un mensajito que sólo dice 'Estoy pensando en ti'.
Para mi, el Ávila es un pana más. El Ávila me saluda con cariño cuando salgo ofuscada del trabajo, me habla bajito al oído cuando estoy triste y salgo a cualquier ventana para fumar. Es medio pajúo decir esto, pero yo el Ávila no lo cambio por nada.
Es verdad, Caracas está conformada por los 40 mil carros que desbordan las escoñetadas vías de comunicación, los 300 mil motorizados que nos atropellan o se montan en las aceras, y los millones de malandros que se llevan el trabajo de los demás por delante. Pero Caracas es también una tarde de domingo caminando en los jardines de La Estancia. El Aula Magna y la Plaza Cubierta, con sus pasillos frescos a pesar de los 40°C de afuera. O un sábado en la mañana en plena Plaza de los Museos. No importan los artesanos, los patineteros y los piedreros (que a veces son todos uno sólo).
Mi mejor anécdota con Caracas es ya bien conocida, pero me gusta tanto que la vuelvo a contar siempre que puedo. Desde ese día entendí que no importa donde viva en 10 o 20 años, yo siempre voy a ser de Caracas.
Estaba atrapada en el tráfico un viernes a las 6pm, en el canal del medio, oyendo en la radio a una vieja histérica que se esgañitaba insultando a Chávez, y creía que ya todo estaba perdido. Pedía a gritos un teletransportador que me llevara a Maiquetía para montarme en el primer avión que saliera, a cualquier parte.
Pero justo entonces me fijé en la línea definida que separa el verde del cerro y el azul del cielo, y la ciudad me hizo un guiño. Me habló. Me mandó un par de guacamayas enormes que volaban a escasos 5 metros del carro. Eran tan hermosas que no pude hacer nada más que sonreir.
Todos los que habitamos en este hueco (es literal, valle = hueco) sabemos lo fácil que es odiarlo, pero hoy quiero marcar una pequeña diferencia y separarme del resto de mis amigos bloggers que han gastado más de un post en despotricar en contra de esta pobre jevita cuatricentenaria.
Hay pocos momentos que la reivindican, pero los hay y eso es lo importante.
Cualquiera que haya bajado en el teléferico de noche sabe de lo que estoy hablando. Mirar hacia abajo justo cuando se disipa la neblina nos da la sensación de reencuentro que a veces olvidamos. Es como cuando tienes un novio que es medio patán, pero que de vez en cuando tiene lindos detalles. Lo odias cuando se emborracha y coquetea con otras, pero es imposible no amarlo cuando te escribe de la nada un mensajito que sólo dice 'Estoy pensando en ti'.
Para mi, el Ávila es un pana más. El Ávila me saluda con cariño cuando salgo ofuscada del trabajo, me habla bajito al oído cuando estoy triste y salgo a cualquier ventana para fumar. Es medio pajúo decir esto, pero yo el Ávila no lo cambio por nada.
Es verdad, Caracas está conformada por los 40 mil carros que desbordan las escoñetadas vías de comunicación, los 300 mil motorizados que nos atropellan o se montan en las aceras, y los millones de malandros que se llevan el trabajo de los demás por delante. Pero Caracas es también una tarde de domingo caminando en los jardines de La Estancia. El Aula Magna y la Plaza Cubierta, con sus pasillos frescos a pesar de los 40°C de afuera. O un sábado en la mañana en plena Plaza de los Museos. No importan los artesanos, los patineteros y los piedreros (que a veces son todos uno sólo).
Mi mejor anécdota con Caracas es ya bien conocida, pero me gusta tanto que la vuelvo a contar siempre que puedo. Desde ese día entendí que no importa donde viva en 10 o 20 años, yo siempre voy a ser de Caracas.
Estaba atrapada en el tráfico un viernes a las 6pm, en el canal del medio, oyendo en la radio a una vieja histérica que se esgañitaba insultando a Chávez, y creía que ya todo estaba perdido. Pedía a gritos un teletransportador que me llevara a Maiquetía para montarme en el primer avión que saliera, a cualquier parte.
Pero justo entonces me fijé en la línea definida que separa el verde del cerro y el azul del cielo, y la ciudad me hizo un guiño. Me habló. Me mandó un par de guacamayas enormes que volaban a escasos 5 metros del carro. Eran tan hermosas que no pude hacer nada más que sonreir.
'¿Chico, será que le hago caso a Carlos Baute?'
7 comentarios:
no estoy entrando al msn...pero, leiste mi explicacion o no ??!!!
jejejejeje
sí la leí, pero me dio flojera contestar en tus comments porque creo que mi respuesta se va a perder entre los 250 mensajes que tienes en cada post.
quédate tranquilo, ya entendí que soy tu 'amiga', y que las comillas no significan nada malo XD
un beso*
bueno vale a mi caracas siempre me dio mas satisfacciones que otra cosa... asi que estoy loco por volver a vivir su intensidad y su locura!
No se si te refieres en hacerle caso a baute, considerando su cancion o que se fue del pais justo despues de cantarla jejeje
JAJAJAJ por qué mientas a Carlos Baute? especialmente luego de que el cabrón ese se fue pa la mierda... sé lo que sientes al ver el Ávila... pero coño, a mi cada día que pasa me está costando más...
Como dice un pana: "Caracas es una jevita bipolar"... Yo no pude irme y no creo que lo haga...
Yo me fui y regresé! Nada como Caracas y su gente!!!! Me siento como María Teresa Chacín: en este país, mi país, tu país....
Yo me fui y regresé! Nada como Caracas y su gente!!!! Me siento como María Teresa Chacín: en este país, mi país, tu país....
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