La primera vez que los labios de un niño tocaron los míos, aunque fuera durante un segundo y medio, ocurrió en algún momento entre octubre de 1996 y julio de 1997.
No recuerdo su nombre, pero sí su cara, y sólo sé que cursó el sexto grado conmigo y que su atrevimiento le causó dolor.
El colegio donde estudié desde cuarto grado de primaria hasta el quinto año de bachillerato era grande y estaba divido en dos áreas, en un ala estaban los salones de secundaria, una cancha de fútbol y un patio/canchadeusosmultiples/auditorio; en la otra estaban los salones de primaria alrededor de un gran patio central con muchos árboles.
Un mediodía cualquiera, yo esperaba en ese patio central con otras compañeras (no estoy segura pero debieron ser Astrid y Yesenia) y ya no quedaba casi nadie esperando, es raro porque mi papá solía buscarme temprano.
Tres pasillos comunicaban mi patio con el de 'los grandes' y yo me encontraba lejos de todos ellos. Sé que estaba parada, creo que conversaba con alguien, y de pronto este niño salió corriendo hacia mi y estampó su cara contra la mia. Me tomó por sorpresa, y tardé algunos instantes en reaccionar.
Él no se quedó a esperar mi reacción, luego de su intento de beso salió corriendo lo más rápido que le dieron las piernas, y yo decidí salir corriendo atrás de él pero sin tener mucha idea de lo que iba a hacer.
Recuerdo verlo de espaldas con la camisa blanca por fuera y pisando las botas del pantalón. Tomó la ruta hacia uno de esos pasillos que comunicaban los dos patios seguramente porque sabía que yo no iba a llegar muy lejos, teníamos prohibido ir al patio de secundaria en esa época.
Se metió por el pasillo y atravesó tropezando el pequeño parque que estaba antes de los salones de bachillerato, era uno de esos parquecitos con rueda, columpios y subi-bajas. Se me olvidaba decir que del otro lado también estaba el área del kinder.
Cuando senti bajo mis pies las pequeñas piedras del suelo del parque me detuve, yo era ñoña y no me atreví a correr más. Pero seguía viéndolo correr en línea recta frente a mi y decidí que no estaba tan lejos. Me agaché a recoger una de las piedras y se la lancé con todas las fuerzas que me permitían mis bracitos de niña, le pegué justo en el medio de la espalda y se encorvó de dolor. Esa debe ser la única vez en mi vida que he podido atinarle a algo porque mi puntería es pésima.
No me quedé a ver qué hacía, vi que le pegué y di media vuelta para volver a mi patio. Tenía una taquicardia absurda y estaba sudada y avergonzada. Ese niño me había besado delante de mis amigas. Cerdo.
Mi memoria selectiva ha borrado todo lo demás, no sé si me dijeron algo, ni siquiera sé si el niño me habló luego de eso. Pero probablemente le apliqué la ley del hielo porque siempre se me ha dado bien eso de evadir lo incómodo y hacer como que no existen las personas (hombres) que me incomodan o me hicieron mal.
Este recuerdo vino a mi de pronto, me parece que sólo he contado esa historia una vez antes de hoy. Sigo dándole vueltas tratando de recordar el nombre del niño, pero sólo estudió conmigo un año y nunca más volví a verlo. ¿Era Alberto?... no estoy segura.
Mientras más lo pienso más me parece que un psicólogo debería escucharme y darme un diagnóstico. Quizás de ese primer 'beso' se derivan todos mis problemas con el sexo opuesto.
¿O es que todos ustedes le cayeron a pedradas al primero que los besó?
No recuerdo su nombre, pero sí su cara, y sólo sé que cursó el sexto grado conmigo y que su atrevimiento le causó dolor.
El colegio donde estudié desde cuarto grado de primaria hasta el quinto año de bachillerato era grande y estaba divido en dos áreas, en un ala estaban los salones de secundaria, una cancha de fútbol y un patio/canchadeusosmultiples/auditorio; en la otra estaban los salones de primaria alrededor de un gran patio central con muchos árboles.
Un mediodía cualquiera, yo esperaba en ese patio central con otras compañeras (no estoy segura pero debieron ser Astrid y Yesenia) y ya no quedaba casi nadie esperando, es raro porque mi papá solía buscarme temprano.
Tres pasillos comunicaban mi patio con el de 'los grandes' y yo me encontraba lejos de todos ellos. Sé que estaba parada, creo que conversaba con alguien, y de pronto este niño salió corriendo hacia mi y estampó su cara contra la mia. Me tomó por sorpresa, y tardé algunos instantes en reaccionar.
Él no se quedó a esperar mi reacción, luego de su intento de beso salió corriendo lo más rápido que le dieron las piernas, y yo decidí salir corriendo atrás de él pero sin tener mucha idea de lo que iba a hacer.
Recuerdo verlo de espaldas con la camisa blanca por fuera y pisando las botas del pantalón. Tomó la ruta hacia uno de esos pasillos que comunicaban los dos patios seguramente porque sabía que yo no iba a llegar muy lejos, teníamos prohibido ir al patio de secundaria en esa época.
Se metió por el pasillo y atravesó tropezando el pequeño parque que estaba antes de los salones de bachillerato, era uno de esos parquecitos con rueda, columpios y subi-bajas. Se me olvidaba decir que del otro lado también estaba el área del kinder.
Cuando senti bajo mis pies las pequeñas piedras del suelo del parque me detuve, yo era ñoña y no me atreví a correr más. Pero seguía viéndolo correr en línea recta frente a mi y decidí que no estaba tan lejos. Me agaché a recoger una de las piedras y se la lancé con todas las fuerzas que me permitían mis bracitos de niña, le pegué justo en el medio de la espalda y se encorvó de dolor. Esa debe ser la única vez en mi vida que he podido atinarle a algo porque mi puntería es pésima.
No me quedé a ver qué hacía, vi que le pegué y di media vuelta para volver a mi patio. Tenía una taquicardia absurda y estaba sudada y avergonzada. Ese niño me había besado delante de mis amigas. Cerdo.
Mi memoria selectiva ha borrado todo lo demás, no sé si me dijeron algo, ni siquiera sé si el niño me habló luego de eso. Pero probablemente le apliqué la ley del hielo porque siempre se me ha dado bien eso de evadir lo incómodo y hacer como que no existen las personas (hombres) que me incomodan o me hicieron mal.
Este recuerdo vino a mi de pronto, me parece que sólo he contado esa historia una vez antes de hoy. Sigo dándole vueltas tratando de recordar el nombre del niño, pero sólo estudió conmigo un año y nunca más volví a verlo. ¿Era Alberto?... no estoy segura.
Mientras más lo pienso más me parece que un psicólogo debería escucharme y darme un diagnóstico. Quizás de ese primer 'beso' se derivan todos mis problemas con el sexo opuesto.
¿O es que todos ustedes le cayeron a pedradas al primero que los besó?
4 comentarios:
yo he dado infinidad de besos que me han causado dolor despues y no precisamente por una pedrada...
che, buen dato el tuyo.
tendré cuidado ya que sé que sos de armas tomar !!
FELIZ NAVIDAD AMIGA VENEZOLANA !
No se llamaba Camejo?
yo lo golpeé, eso cuenta???
Feliz navidad eh! :)
Yo le cai, a besos...
Un psiquiatra es mejor, ellos estudian medicina. los psicólogos son solo wannabes. jaja.
Ehm, esto a razón de cuento esta muy bueno. No te da por escribir mas cuentitos y compartirlos con el mundo?? anda.
Y te recomiendo un psíquico-colo-quiatra que bese bien.
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