Es crecer

No creo que sea capaz de decirte todo lo que quiero sin romper a llorar y arruinarlo todo, es por eso que decidí escribirte una carta. La primera de mi vida. Además está claro que estamos en una era digital, así que la dejo acá, donde podrás verla siempre que quieras y donde pueden verla todos los demás. Porque así debe ser el amor, público y notorio.
Cerati lo dijo, como siempre, mejor que yo: poder decir adiós es crecer.
Y yo quiero crecer, pero nadie dijo que doliera tanto, carajo.

Nunca había logrado evadirme a mi misma por tanto tiempo, quizá sea porque aún no tenía nada tangente para evadir. Logré engañarme hasta hoy, cuando finalmente me golpeó como una gandola la verdad de que te vas, que no estarás al lado para venir cuando yo quiera o para llamarme cuando tú quieras.

Algún ridículo libro que leí una vez hablaba sobre la teoría de la otra parte. Decía que el universo proviene de un todo que se ha ido separando a lo largo del tiempo. En cada separación se pierde algo, y el sentido de la vida está en encontrar esa mitad que dejamos atrás en algún momento de la eternidad. La verdad es que a pesar de lo cursi disfruté bastante ese libro.

Según la misma historia, las mujeres encontramos esa otra parte por el brillo en los ojos y los hombres aprenden una técnica que les deja ver un punto luminoso y azul sobre el hombro izquierdo del otro. Estoy absolutamente convencida de que he visto ese brillo en tus ojos, y si supieras cómo, ya tú hubieras visto el punto azul.

Pronto nos separará medio continente. Sería lo mismo decir que pronto me faltará un brazo, un ojo, media sonrisa o la parte más hermosa de mi corazón.

Nadie es más noble ni más adorablemente imperfecto que tú. El amor más puro, el sentimiento más verdadero que he cultivado en toda mi vida es el que compartimos.

Estamos hechos a la medida. Y somos tan perfectos para el otro que el universo se puso celoso. Nos puso trabas, y trató de alejarnos como quien no quiere la cosa. Pero no pudo.

Nunca podré poner en palabras lo que eres. Nunca nadie entenderá como es que me salvas de mi misma y me dejas ser, por primera vez, amada con la misma intensidad con la que amo.

Contigo no hay medias tintas, no hay hipocresía, no hay nada que ocultar. Conoces lo mejor y lo peor de mi, y estás conmigo a pesar de eso.

No alcanzan todas las veces que diga ‘gracias’ en esta vida (y en la otra) para dejarte claro todo lo que te debo.

Me duele tanto separarme de ti que me he hecho la loca ante la sola idea. Te quiero tanto que no he querido que me veas llorar ni una sola vez. Porque se que a ti también te duele.

Sólo me consuela la certeza de que estarás mejor. Te hace falta una paz que no puedo darte yo, ni nadie en las fronteras cercanas. La conseguirás, y saberlo me trae paz a mi también.

Las paradojas me persiguen. El único hombre del que no me he enamorado es al que amo más.

Gracias por llegar. Por quedarte. De ahora en adelante tú serás mi lugar feliz.

¿Te he dicho alguna vez cuánto te amo?