21.5.10

Este blog está de mírame y no me toques

Desde el lunes que tengo algo atravesado en el pecho. Inexplicable y cursi, como todos los fanatismos.
Intenté empezar a describir como me siento, pero siempre alguien puede decirlo mejor.

Hoy me tropecé con este post. Y sólo me confirma que yo leo a la gente correcta, y que este señor tendría que ser uno de mis mejores amigos (cosa que sospecho desde que descubrí su blog hace muchísimo tiempo)

Les dejo el párrafo que me hizo llorar, pero háganse el favor de ir a leerlo completo: ACÁ

Y es inevitable sentir, al menos para mí, que está hospitalizado uno de los nuestros. Que ese tipo es un amigo que ha ido a la playa con uno, que se ha calado tus despechos, que te ha acompañado en las borracheras, en las euforias, que con él estuviste en el colegio y en la universidad y que cuando comprobaste que a ella le gustaba más Cerati que Luis Miguel dijiste: coño, entonces sí que vamos en serio con esta flaca. Es inevitable pensar que creciste escuchando a Cerati, citando a Cerati, que hay tantos Ceratis como varios tú ha habido en tu vida. Recuerdas quién eras cuando el Signos, recuerdas con quién estabas en Canción Animal, recuerdas aquel día que te pasó aquello, qué fuerte, cuando sonaba el Dynamo. Cerati estuvo contigo en el verano, en el invierno, en el banquito aquel durante el otoño, pero también en la Gran Sabana, en Mérida, en Barcelona, en la cola aquella del día que casi mueres tapiado en la autopista. Hay amigos que se te fueron pero que siempre están cuando suena el Amor Amarillo, siempre vuelven a estar y siempre aparecen y siempre les dices: “coño, qué risa, qué bueno estuvo, algún día volveremos a escucharlo juntos, donde sea”. Cerati es parte del soundtrack, es parte del escenario, es parte del guión, es un actor de reparto que siempre ha estado allí en un costado del encuadre y que, a veces, más de una vez, ha sido también protagonista. Menos mal


José Urriola, Rostros de Viento




AGUANTE CERATI
Despiértate, flaco :(

3.5.10

Otra vez aquí

*justo ahora un emo está más feliz que yo


Yo necesito enamorarme como una desbocada. Pronto. Muy pronto. Por favor.

A medida que pasa el tiempo siento que voy perdiendo la capacidad de soltar las riendas, de cumplir cerebralmente esos procesos que dicen que ocurren cuando te entregas al amor. El esceptisismo me consume, otra vez, y no hay peor cosa que la falta de .

Quiero ver el conejito rosado en la luna. Quiero sonreír como tonta sin ningún motivo. Quiero saltar de emoción cuando mi teléfono suena, tan sólo por la breve esperanza de que sea él. En resumen, quiero que haya un él.

La vida de soltera tiene ventajas indiscutibles, pero en algún punto todos queremos reportarnos al llegar en la madrugada, dejar un post it con un corazón en el bolsillo del otro, y en líneas generales ser una tonta que le habla chiquito a algún tipazo que se deja, y sonríe con ganas al encontrarse con nuestra propia sonrisa.

Extraño sobre todo esa mirada que nos reservan sólo los seres que nos aman, una mirada que junta en un microsegundo la ternura, el deseo y la entrega que necesitamos para sentirnos vivos.

Hace rato que nadie me mira así. Y lo extraño.

Cuando uno es amado se atreve a ser estúpido. Porque no hay juicios.
Se atreve a ser valiente. Porque hay una roca que nos sostiene.
Y se atreve a amar de vuelta. Qué es lo más importante.

Yo he amado, con desenfreno y sin temores. Y es lo único que me asegura que he estado viva.

No quiero más amigos -por ahora-. Tampoco quiero seguir coqueteando con tipos que me hacen el guiño de vuelta, sólo por deporte, sin sentir más.

Ya he estado en camas frías, en las que amanezco sin tener muy claro qué fue lo que me llevó hasta allí. Y me han rodeado brazos que me ofrecían el infinito y más, pero a los que no podía ofrecer lo mismo de vuelta.

He tenido sexo sin amor, y amor sin sexo - que es incluso más cruel y devastador -, y estoy cansada. En serio.

Me cansé de buscar y no hallar. Y también de no buscar, sin que me hallen.

Un miedo paralizante se apodera de mi, cuando pienso que si finalmente llega de nuevo el amor tendré tanto acumulado que nos destruirá a todos.

Son cada vez menos sonrisas, y más silencios.