Este post hubiera sido más coherente ayer, pero la parrilla, el trabajo que me traje a casa (sí, no se enteraron de lo que hizo el pana Monagas allá por 1854) y el cansancio acumulado no me dejaron.
Los terceros domingos de Junio siempre han significado dos cosas para mi: una felicitación en directo, con el respectivo regalo y abrazo de "feliz día" mañanero; y una llamada de larga distancia, a veces por compromiso y otras veces con un nudo en la garganta, como ayer.
Les explico: yo tengo dos papás.
Uno que puso el segundo cromosoma x algún día de mediados de abril del 85. El primer novio de mi mamá. Un gocho recién llegado a Caracas que conoció una caraqueñita ingenua, de su casa, sobreprotegida y criada a la antigua. Ese mismo que decepcionó a mi pobre abuela que tanta confianza depositó en él, "dañando" el futuro de su muchacha. Se casó con mi mami porque debía hacerse cargo, y menos de 12 meses después salió con las tablas en la cabeza porque esa misma muchacha ingenua se armó de valor y le dijo "Hasta luego". Eso sí, antes de irse de su vida definitivamente jodió rato largo, amenazando con no firmar el divorcio y llevarse a la muchachita (o sea yo) porque ella era una madre desnaturalizada que me iba a dejar sin padre.
El otro es un señor que apareció poco tiempo después y se enamoró como un loco de la morena flaquísima y de melena larguísima que era mi señora madre a finales de los 80. Era su jefe, pero tuvo que traerle bastantes flores y escribirle que la amaba en una servilleta (que todavía descansa en una gaveta de mi casa) antes que ella decidiera que sí se iba a dar el chance con este señor (17 años mayor), debo acotar que ella tenía 21. Medio asalta-cunas mi papá2.
Llamémoslos así, papá1 (el biólogico) y papá2 (el que debería ser padrastro, pero esa palabra no existe en mi diccionario)
Yo no tengo recuerdos previos a papá2, para mi siempre ha estado ahí literal y figurativamente. Fue el que recibió las tarjetas que hice en el colegio, el que se sentaba conmigo a leer (él leía El Nacional y yo me sentaba a su lado con las comiquitas al revés y decía "aquí dice yo quiero a mi mamá), el que me enseñó lo que es la ironía y el humor negro, el que me presentó a la Fania y a Sandocán.
Quizá sea injusta con la descripción de papá1. No es tan malo como lo hice parecer en el tercer párrafo. Mi mamá se las arregló para que siempre estuviera presente, así que yo crecí sabiendo que tenía dos papás y que uno de ellos venía por mi los fines de semana para llevarme a su casa y al parque. Hasta los 10 o 12 años tuvimos una linda relación, de niña solían decir que él veía por mis ojos y que yo no podía dormirme si no era acostada sobre su panza (los sábados al menos).
Afortunadamente nunca tuve complejos ni confusiones, para mi era lo más normal del mundo esa situación, porque no conocí ninguna otra. El problema con papá1 vino cuando entré en la adolescencia, empecé a notar su personalidad medio machista y lo poco comunicativo que era, y eso me jodió la vida.
Para que entiendan quiero explicarles que mi mamá es mi mejor amiga, es una tipa joven (42) y moderna, que siempre escuchó mis historias, conoció a todos mis amigos, me dió confianza y me enseñó que yo tenía el poder de decidir si hacía las cosas bien o mal.
Ella se encargó de enseñarme todo lo que sabía y darme las herramientas para que aprendiera todo lo demás. Recibió en su casa a mi primer novio de verdad (junto a papá2 que le ofreció una cerveza y lo hizo pasar a la sala) mientras que papá1 insistía en su pensamiento retrógado y achapado a la antigua -aunque tiene 45- jurando que "ese muchachito era mala influencia" y que las muchachas debían estudiar nada más "porque si no les montan una barriga".
Lógico, a él le pasó tres veces, y cada ladrón juzga por su condición. Ahora que lo pienso creo que nunca nadie le explicó para que servían los condones.
Me vine a vivir con papá1 a los 16, para ir a la universidad, y mi mamá y papá2 se quedaron a 5 horas de distancia, llorándome como yo a ellos, porque en serio que somos una familia unida.
De más está decir que las cosas no fueron bien en esta nueva etapa de mi vida. Me vi sola en una ciudad que se me hacía extraña luego de tantos años, y sin el apoyo de siempre, porque papá1 no me paraba ni media bola, desacostumbrado como estaba a tener una hija postadolescente en casa.
Papá2 solía llevarme a todos lados, y me conoce como nadie (sólo mi mamá me conoce más) y con él comparto códigos que ya no podría construir con mi padre biólogico. Crecí con otro, aprendí a comer, beber, pensar, hablar, y hasta escuchar con otro (nunca me canso de decir que este papá me enseñó a oir salsa brava y se lo agradezco para siempre).
Ahora ya no vivo con ninguno de los dos. Tengo uno a tres pisos de distancia, y el otro a casi 400 km. Parece increíble que al primero lo sienta más lejano que al segundo.
A ambos los amo, porque son mis padres. Y de una u otra forma cada uno puso algo de sí mismo en mí. Sin embargo -y es horrible que lo diga- con papá2 tengo una empatía que no puede alcanzar el otro, y si de "cariño" hablamos, no hay discusión.
Se los pongo así, a papá1 le digo Papá, punto y final; y a papá2 le digo papi, papito y "peluche", un sobrenombre que tiene una historia y un significado que el primero no puede entener porque no tiene sentido del humor.
Estoy agradecida con la vida, en este país casi siempre no hay ni un padre en las familias. A mi me tocaron dos.
A uno le debo la vida, genéticamente.
Al otro también, pero espiritualmente. Soy como soy por él... porque veíamos juntos la novela y el beisbol. Porque de niña me repetía incansablemente la primera estrofa de un poema, y años más tarde lo encontré completo y tuve que llamarlo emocionada a contarle que ya sabía cómo terminaba.
Quiero terminar esta historia con ese poema, porque sé que él no lee el blog pero si lo hiciera estas líneas le recordarían todo lo que compartimos durante 16 años de vivir juntos.
¡Cómo sufrí tratando de adivinar qué pasaba al final de esta historia!
Llovía torrencialmente,en la estancia del Horcón,y como adornando el fogón,estaba toíta la gente.Dijo un viejo de repente:"Les voy a contar un cuento.Aura que el agua y el vientotraín a la memoria míacosas que naide sabíay que yo diré al momento...
Y papá2 terminaba diciendo: Sucedió que en esta estancia hubo un crimen misterioso.
tan - tán!!...
... y ya!! nunca terminaba de decirlo!!
Digan si eso no es estimular la imaginación de un niño?. Capaz a él le debo mi vena humanista, no lo había pensado pero me parece que sí.
Te amo papá2...
...y a ti también papá1.