17.9.10

Sincerémonos

Quizá lo que vengo a decir hoy les parece incoherente, pero lo creo sinceramente aunque no pueda argumentarlo o sustentarlo científicamente. Podrán decir que es mentira, pero yo lo seguiré creyendo.
La gente no cambia, en esencia, y lo que algunos consideren cambios no son más que sencillas adaptaciones de conducta. Pequeñas modificaciones de nuestro accionar a las que nos vemos obligados, casi siempre para hacer feliz a alguien más. Pero en el fondo, en ese puntito del hipotálamo o donde sea que se ubique la conducta, lo que verdaderamente somos está grabado en piedra, y nunca podrá ser modificado.

El asesino siempre seguirá siendo capaz de matar, aunque un psicólogo nos diga que se ha renovado. El egoísta siempre pensará primero en sí mismo, aunque aprenda que para quedar bien con la novia debe hacerle creer que la incluye en sus planes.
El romántico siempre comprará rosas y escribirá poemas, aunque el desamor lo lleve a decir que nunca más cederá ante esos rituales. En fin, no cambiamos.

Esto es lo primero que deberíamos aprender todos, para ser menos infelices.