4.11.10

Mi corazón 2.0

A Mela y a Hernán

Cada mañana me siento frente a este escritorio, enciendo el monitor y muevo un poco el mouse para que la pantalla cobre vida.

Nadie sabía que dejo la computadora prendida siempre y que sólo apago el monitor al irme cada noche, ahora lo saben todos ustedes, los 15 lectores que le quedan a este blog luego de tanto abandono.

No quiero que nadie me cuente cuantos hogares podrían usar la energía que gasta mi computador prendido toda la noche. Yo hago muchas otras cosas para salvar a los osos polares y a los pinguinos bebés: no recibo bolsas plásticas salvo que sea absolutamente necesario, desconecto mis cargadores aunque deba hacer contorsionismo bajo el escritorio o detrás del sofá y cierro el grifo de la ducha para enjabonarme y para aplicar el champú. Sepan entonces perdonar la eterna vela de mi PC.

Lo hago para no perder ni un segundo en conectarme. Siempre me ha parecido interminable el proceso de encendido de un computador, más si es uno viejo como el que tengo en la oficina. Además soy impaciente y adicta a la web.

Hace mucho que acepté mi dependencia a internet y al contrario de los apocalípticos que anuncian el fin de las relaciones interpersonales y la deshumanización, yo les puedo asegurar que mi vida 2.0, lejos de afectar la 1.0, sólo la ha alimentado y ayudado a crecer.

Hoy he cumplido mi rutina de siempre y he abierto las tres pestañas reglamentarias de todos los días al llegar: correo, twitter y lector de blogs.

Entre los muchos correos de trabajo, aburridos e impersonales, me encontré una carta, de esas que te hacen sonreir al reconocer el afecto en cada letra.

Entre los muchos posts que subieron los casi 80 escritores que leo en blogs, hubo uno que me emocionó hasta las lágrimas, como ya ha hecho tantas otras veces, porque me habló de cosas de verdad que yo creía que eran imposibles.

La autora del mail que me hizo sonreir es alguien de verdad, lo sé porque coincidimos cientos de veces en salones de clase y jardines varios, aunque por alguna razón nunca compartimos más de tres palabras en vivo, hasta que descubrimos que cada una tenía un lugarcito de estos etéreos, donde se cuelgan pensamiento sueltos, fotos viejas y los chistes malos que no nos atrevemos a decir en público. Yo descubrí que la flaca de los rulos escribía maravillosamente bien, que era simpática y graciosa, además de pana. Ella seguro confirmó lo que ya sospechaba, que la negrita pretenciosa era payasa y dramática, pero al menos tenía buena ortografía.

Lo cierto es que nos leemos, de todas las formas posibles en la red, desde hace mucho. Y aunque nunca nos tomamos un café en el grasetín de la universidad, esta mañana me mandó una carta que me hizo sonreir.

El que escribió el post en el blog, es un señor gordo, casado y con una hija, que nació en Argentina y se fue a España hace 10 años. Que ha escrito las cosas más maravillosas que he leído en internet, al que no conozco pero hemos cruzado un par de palabras por el chat de Facebook. En fin, un completo desconocido.

Sin embargo me emociona cada letra que escribe como si fuera mio el cuento, como si fuera yo la que está montando una revista con mi mejor amigo. Como si fuera yo la que mudó a su familia entera a un pueblito catalán para empezar un sueño.

Joder, como si fuera yo la que estuviera haciendo su sueño de adolescente realidad.

Un mail y un post. Esos fueron mis acompañantes de esta mañana.
Una sonrisa y unas lagrimitas.

Al carajo la deshumanización, a mi internet sólo me ha vuelto cada vez más humana.
¿A ustedes no?

26.10.10

Influencers: un documental y una excusa

Paso demasiado tiempo en internet, eso lo sabemos desde hace tiempo.
Me mudé a Twitter porque soy una vaga que prefirió empezar a vomitar cápsulas de 14o caracteres en vez de digerir textos un poco más trabajados, eso lo sabemos también.

Ya perdí la cuenta de la cantidad de veces que dije "Hoy sí escribo en el blog" y luego olvidé hacerlo, y sufro un poquito cuando alguien querido o lectores asiduos reclaman mi ausencia. Sé que no me creen que esto pase (yo tampoco lo creo) pero en efecto, ha pasado.

Así que hoy tuve un rapto de inspiración viendo el trailer de un documental que viene y que muero por ver, y decidí compartir con ustedes estas postcards geniales que están diseñando para promocionar el film, y al final podrán encontrar también el trailer.

Espero que lo encuentren tan inspirador como yo.










INFLUENCERS TRAILER from R+I creative on Vimeo.

17.9.10

Sincerémonos

Quizá lo que vengo a decir hoy les parece incoherente, pero lo creo sinceramente aunque no pueda argumentarlo o sustentarlo científicamente. Podrán decir que es mentira, pero yo lo seguiré creyendo.
La gente no cambia, en esencia, y lo que algunos consideren cambios no son más que sencillas adaptaciones de conducta. Pequeñas modificaciones de nuestro accionar a las que nos vemos obligados, casi siempre para hacer feliz a alguien más. Pero en el fondo, en ese puntito del hipotálamo o donde sea que se ubique la conducta, lo que verdaderamente somos está grabado en piedra, y nunca podrá ser modificado.

El asesino siempre seguirá siendo capaz de matar, aunque un psicólogo nos diga que se ha renovado. El egoísta siempre pensará primero en sí mismo, aunque aprenda que para quedar bien con la novia debe hacerle creer que la incluye en sus planes.
El romántico siempre comprará rosas y escribirá poemas, aunque el desamor lo lleve a decir que nunca más cederá ante esos rituales. En fin, no cambiamos.

Esto es lo primero que deberíamos aprender todos, para ser menos infelices.

10.8.10

Agua fría


Hace meses se dañó el calentador en mi casa. Un día dejó de funcionar y yo anoté en una lista que debía buscar al técnico que lo arreglara. Lo anoté justo debajo de los ítems limpiar las ventanas, comprar un timbre, buscar un sofá en mercadolibre y comprar clavos para guindar el cuadro de mi mamá.

Hoy no se ve mucho a través de las ventanas de la cocina y el baño, quien llega a mi casa debe escribir un SMS o usar los tradicionales nudillos para anunciar su llegada, mi sala sigue casi vacía a excepción de la silla de playa que le pedí prestada a mi papá en enero y el cuadro que pintó mi madre para decorar una pared del apartamento descansa sobre el suelo, recostado de esa pared que debería estar decorando. Así que obviamente el calentador de agua aún no funciona.

Según amanece el día, acomodo mis hábitos de higiene a la temperatura local. Me baño en la mañana antes de salir a trabajar si el horario me permite hacerlo cuando ya ha empezado a calentar el sol. Y procuro ducharme siempre en las noches justo cuando llego cansada y acalorada del trabajo, para aprovechar la falta de frío en los huesos y el extra de frío en las tuberías.

Debo confesar que para resguardarme de un resfriado, y también un poco por cobarde, he evitado algunas duchas domingueras si es que llueve o Pacheco ha bajado desde el Ávila con mayor ímpetu del acostumbrado.

Pero en general, no suelo torturarme por la falta de agua caliente. Me digo a mi misma que ya aprendí a vivir con eso.

Uno cree que puede acostumbrarse a bañarse con agua fría, pero aunque estemos seguros de que saldrá fría siempre, aunque nos convenzamos de que es mejor para la piel y la circulación, aunque vivamos en el trópico y sea más sencillo enfrentarnos al shock, si alguna vez tuvimos agua caliente siempre la extrañaremos.

Porque recordamos lo agradable que se siente el correr del agua tibia sobre la espalda. Sabemos que es más sencillo pararse bajo la ducha sin que nos importen las corrientes de aire frío. Porque entendemos que a veces los músculos y el alma necesitan el vapor para renovarse y salir a la calle de nuevo.

Es lo mismo con el amor. Una vez que sabes cómo se siente, es imposible conformarse – verdaderamente – con menos.

26.7.10

Aniversarios


A veces se celebran en conjunto. A veces en pareja. Y a veces solos.

Lo cierto es que celebran, porque siempre hay algo que conmemorar. Sea la alegría de lo que sigue ahí o la nostalgia de lo que ya no está Aunque pocas veces se celebra que no haya nada, que no hubo nada, pero pensamos que sí.

A tu salud, tomo el último sorbo de este trago. Oyendo de fondo el ritmo que impartes, tan bien en vivo como en estudio. Revolcándome en la nostalgia de lo que sigo inventándome que fue, masoquista como me gusta ser.

Porque igual no hay nada de este lado del charco que merezca la mitad del recuerdo que guardo de ti.

28.6.10

Hace rato que no existo


Tengo que escribir porque es el único ejercicio que me hace verdaderamente feliz.
Tengo que escribir porque, al contrario de manejar bicicletas, si se olvida por la falta de practica.
Tengo que escribir porque no me perdonaría perder la habilidad de teclear sin ver.
Tengo que escribir porque me he un ser mohoso, sombrío y averiado desde que no lo hago.
Tengo que escribir porque extraño la curiosa egolatría que me provoca la frase "me gusto lo que escribiste"
Tengo que escribir porque se me atragantan las palabras por dentro y se convierten en dolores, ronchas y taquicardias.
Tengo que escribir porque si no me siento un fraude. Y aunque lo sea no me gusta sentirlo.
Tengo que escribir para ser de verdad.
Tengo que escribir porque desde que empecé a escribir esto estoy sonriendo.
Tengo que escribir porque es lo único que me conecta a ciertas personas.
Tengo que escribir porque si no lo hago me hace daño la nota colgada en mi espejo. Firmada por Sebastian.
Tengo que escribir, así sea sin eñe y sin acentos.
Tengo que escribir. Y escribo.

21.5.10

Este blog está de mírame y no me toques

Desde el lunes que tengo algo atravesado en el pecho. Inexplicable y cursi, como todos los fanatismos.
Intenté empezar a describir como me siento, pero siempre alguien puede decirlo mejor.

Hoy me tropecé con este post. Y sólo me confirma que yo leo a la gente correcta, y que este señor tendría que ser uno de mis mejores amigos (cosa que sospecho desde que descubrí su blog hace muchísimo tiempo)

Les dejo el párrafo que me hizo llorar, pero háganse el favor de ir a leerlo completo: ACÁ

Y es inevitable sentir, al menos para mí, que está hospitalizado uno de los nuestros. Que ese tipo es un amigo que ha ido a la playa con uno, que se ha calado tus despechos, que te ha acompañado en las borracheras, en las euforias, que con él estuviste en el colegio y en la universidad y que cuando comprobaste que a ella le gustaba más Cerati que Luis Miguel dijiste: coño, entonces sí que vamos en serio con esta flaca. Es inevitable pensar que creciste escuchando a Cerati, citando a Cerati, que hay tantos Ceratis como varios tú ha habido en tu vida. Recuerdas quién eras cuando el Signos, recuerdas con quién estabas en Canción Animal, recuerdas aquel día que te pasó aquello, qué fuerte, cuando sonaba el Dynamo. Cerati estuvo contigo en el verano, en el invierno, en el banquito aquel durante el otoño, pero también en la Gran Sabana, en Mérida, en Barcelona, en la cola aquella del día que casi mueres tapiado en la autopista. Hay amigos que se te fueron pero que siempre están cuando suena el Amor Amarillo, siempre vuelven a estar y siempre aparecen y siempre les dices: “coño, qué risa, qué bueno estuvo, algún día volveremos a escucharlo juntos, donde sea”. Cerati es parte del soundtrack, es parte del escenario, es parte del guión, es un actor de reparto que siempre ha estado allí en un costado del encuadre y que, a veces, más de una vez, ha sido también protagonista. Menos mal


José Urriola, Rostros de Viento




AGUANTE CERATI
Despiértate, flaco :(

3.5.10

Otra vez aquí

*justo ahora un emo está más feliz que yo


Yo necesito enamorarme como una desbocada. Pronto. Muy pronto. Por favor.

A medida que pasa el tiempo siento que voy perdiendo la capacidad de soltar las riendas, de cumplir cerebralmente esos procesos que dicen que ocurren cuando te entregas al amor. El esceptisismo me consume, otra vez, y no hay peor cosa que la falta de .

Quiero ver el conejito rosado en la luna. Quiero sonreír como tonta sin ningún motivo. Quiero saltar de emoción cuando mi teléfono suena, tan sólo por la breve esperanza de que sea él. En resumen, quiero que haya un él.

La vida de soltera tiene ventajas indiscutibles, pero en algún punto todos queremos reportarnos al llegar en la madrugada, dejar un post it con un corazón en el bolsillo del otro, y en líneas generales ser una tonta que le habla chiquito a algún tipazo que se deja, y sonríe con ganas al encontrarse con nuestra propia sonrisa.

Extraño sobre todo esa mirada que nos reservan sólo los seres que nos aman, una mirada que junta en un microsegundo la ternura, el deseo y la entrega que necesitamos para sentirnos vivos.

Hace rato que nadie me mira así. Y lo extraño.

Cuando uno es amado se atreve a ser estúpido. Porque no hay juicios.
Se atreve a ser valiente. Porque hay una roca que nos sostiene.
Y se atreve a amar de vuelta. Qué es lo más importante.

Yo he amado, con desenfreno y sin temores. Y es lo único que me asegura que he estado viva.

No quiero más amigos -por ahora-. Tampoco quiero seguir coqueteando con tipos que me hacen el guiño de vuelta, sólo por deporte, sin sentir más.

Ya he estado en camas frías, en las que amanezco sin tener muy claro qué fue lo que me llevó hasta allí. Y me han rodeado brazos que me ofrecían el infinito y más, pero a los que no podía ofrecer lo mismo de vuelta.

He tenido sexo sin amor, y amor sin sexo - que es incluso más cruel y devastador -, y estoy cansada. En serio.

Me cansé de buscar y no hallar. Y también de no buscar, sin que me hallen.

Un miedo paralizante se apodera de mi, cuando pienso que si finalmente llega de nuevo el amor tendré tanto acumulado que nos destruirá a todos.

Son cada vez menos sonrisas, y más silencios.

23.4.10

Hoy es el Día del Libro, así que este es el post más indicado



¿Quieres participar y dejar un libro en la calle para que otro pueda leerlo? Sigue las instrucciones que encontrarás en www.yoleiestelibro-ve.blogspot.com y cuéntanos tu experiencia enviando un correo a: yoleivenezuela@gmail.com (se valen fotos)

12.4.10

Voy sembrando libros por la calle

Esta historia empieza así: Una tarde distraída empecé a jugar mi deporte favorito, saltar de blog en blog hasta encontrar uno que valga el esfuerzo. Quisieron la fortuna (e Internet, todopoderoso) que me encontrara con éste: www.yoleiestelibro.blogspot.com

Un creativo proyecto para promover la lectura originalmente pensado por unos argentinos bien simpáticos (es en serio), y es con mucho orgullo que quiero anunciar que soy la responsable de empezar esta divertida tarea desde Venezuela.

Debemos tener un hijo, sembrar un árbol y escribir un libro. Nosotros decidimos sembrar libros para matar dos pájaros de una pedrada.

Si quieres saber más visita el nuevo blog que administro:



¿Quieres participar y dejar un libro en la calle para que otro pueda leerlo? Sigue las instrucciones que encontrarás en www.yoleiestelibro-ve.blogspot.com y cuéntanos tu experiencia enviando un correo a: yoleivenezuela@gmail.com (se valen fotos)

4.4.10

El poder es afrodisíaco


Me parece increíblemente sexy la idea de afeitar la barba de un hombre.
Total imagen cliché, así, sentada sobre sus piernas usando sólo ropa interior, con el pecho desnudo, el cabello mojado y de espaldas a un gran espejo. Para que él pueda verme desde todos los ángulos mientras se entrega en ese pequeño acto de intimidad en el que me deja a cargo y con mucho poder.
Es una tontería pero se ha vuelto una fantasía recurrente, atada a mi (ya no tan) reciente fetiche con las barbas.
La única vez que pedí hacerlo no me dejaron, y lo había olvidado hasta hace unos días que tuve una conversación divertida sobre fantasías no cumplidas.
Todos los hombres de la sala saltaron de inmediato a decirme loca, y a validar los argumentos de aquel que no me dejó afeitarlo. Parece que es una especie de tabú no establecido y todos me tildaron de psicópata con instintos asesinos. Sigo creyendo que exageran.
Sus razones se van por la lógica, que si una mujer no tiene la técnica necesaria para rasurar las complicadas líneas de un rostro, que si hay que ejercer una presión específica que sólo puede sentir el dueño de la barba, y demás blablabás. Pero para las fantasías no son -necesariamente- lógicas. Sería un oximoron.
Yo sólo les voy a decir que he afeitado zonas mucho más intrincadas o extensas de mi propio cuerpo desde que tengo 14 años. Lo que de verdad tratan de ocultar es que son todos unas jevas incapaces de aceptar que sienten pánico de entregarle la yugular a una mujer decidida y con una hojilla en las manos.
Insisto en que me parece un acto demasiado sexy y visualmente excitante. Quizá es que he visto demasiadas películas. O que no me he encontrado al tipo indicado.

¿Ustedes qué dicen?
¿Le negarían a una coqueta chica en tangas algo tan sencillo y que les va a rendir tanto?

Porque imagino que tienen clarísimo todo lo que sucedería después en ese mismo baño, ¿verdad?

Atrévanse a jugar, chicos. Miren que si no siempre habrá alguien más dispuesto.
Y con mejor barba ;)

27.3.10

Vetusta Morla. Más Madre patria para mi.

Mi amiga @Claudiofeles, a la que no conozco salvo por nuestras divertidas conversaciones en twitter, me presentó a esta banda hace un par de meses y NUNCA podré agradecerle lo suficiente.
Se llaman Vetusta Morla. Españolísimos (como me gustan), melancólicos y con un sonido bien identificado. Una vez que escuchas la voz del cantante reconocerás para siempre a esta banda donde sea que la escuches. Aunque no termino de recordar a quien se me parece.
EN conclusión, estoy pegada.

Vean el video (hasta el final), está bien simpático y original

25.3.10

Sobre los encuentros transitorios


Hoy estuve recordando que hace mucho tiempo que no voy a un hotel.
Un hotel de los que sabemos, no se me hagan los locos.
La cosa es que llega un momento de la vida en el que si no es en su casa es en la mía, porque ya estamos grandes y todo eso. Pero debo admitir que extraño un poco ese proceso en el que decidimos que vamos a ir a un sitio exclusivamente a tener sexo, premeditado y con alevosía.
Al principio, hace ya algún tiempo de eso, me costaba mucho manejar con naturalidad el trayecto y la llegada a un lugar al que todo el mundo sabe a qué vas.
Seguro que para el hombre también representa un reto decidir el momento en el que va a proponer concretamente que te traslades con él a un sitio exclusivamente para a intercambiar fluidos corporales, o "hacer el amor" según sea el caso. Mientras que para la mujer es mucho más sencillo, porque como dice mi madre "el hombre propone y usted dispone", así que sólo queda negarse con diplomacia, lanzarle el trago encima por atrevido, o sonreír con picardía para dar el ansiado "sí quiero (tirar)".
Esas primeras veces se hace eterno el camino que lleva al hotel. Uno no sabe si tiene que asumir el tema con ligereza y preguntar si antes hay que pasar por el farmatodo, como quien comenta que hace calor. O si es mejor hacerse el loco y hablar de la calima mientras se cambia la emisora radial, hasta que hayas cruzado la puerta de la habitación y empieces a arrancar ropas de vestir y desordenar ropas de cama.
Con el paso del tiempo - que tampoco ha sido tanto, no me tomen por precoz- se aprende a equilibrar la conversación, a dominar el arte del coqueteo on-the-road y a pasar una manito por la pierna descuidadamente como para avisar con ese abreboca que lo viene va a estar bueno.
También cuesta acostumbrarse a la dinámica del sitio. Todos ustedes, o casi todos al menos, saben de lo que estoy hablando.
Si es uno de esos lugares en los que pagas en el auto-fuck que está a la entrada sin bajarte del carro, te tienes que calar la cara de fastidio del pobre pana que tiene toda la noche allí viendo desfilar a una cuerda de tirones que van a pasarla del carajo mientras él se cala el frío de la madrugada. O peor, los hay de esos jodedorcitos que te miran de reojo como para ver que es lo que se está comiendo el pana, y lanzan una sonrisita "picarona" cargada de juicio.
Si hay que bajarse del carro y pasar por recepción es peor. Ahí le da chance a la mujercita que atiende el sitio de mirarte de arriba abajo para ver por qué es que alguien ha decidido alquilar un cuarto por 6 horas sólo para verte desnuda.
Una vez salvado el trámite de pago, viene el larguísimo momento que se extiende hasta el primer beso de la jornada. Porque luego de ese primer beso ya no se piensa. Por eso siempre he creído que es mejor que te estés muriendo de ganas, que no puedas esperar a subir en el ascensor o a bajarte del carro para empezar la faena. Mientras más rápido terminen las oportunidades para hablar menos chance hay para que digas algo incómodo o incoherente como "ay! esta cama es más bonita que la del hotel de al lado" (vale acotar que el hotel de al lado no se visitó con el mismo acompañante de éste).
Una sola vez me llevaron a un lugar que aunque se veía muy bien por fuera, estaba decorado en el interior con cuadros de mujeres desnudas que chapoteaban en lagos con delfines. Afortunadamente el acompañante era mi novio formal y querido, así que me quejé con firmeza y nos fuimos del sitio desaprovechando el tiempo ya pagado.
En otra ocasión nos quedamos dormidos pasado el tiempo reglamentario, que suele ser más que suficiente siempre que no estés bajo los efectos de una noche de rumba y caigas desmayado. Y faltó poco para que llegaran los bomberos a destruir la puerta con un hacha.
Maté la curiosidad caraqueña por conocer el Aladín y debo decir que es una de las camas más cómodas en las que he dormido en toda mi vida. Y así como me llevaron al antro de los delfines, también puedo contar que hay quien ha decidido pasar la noche conmigo en un hotel 5 estrellas.
En fin, antes de que me volviera gente grande que tira en su casa o en la del otro, tuve algo de chance para ver y conocer. Obviamente hay muchas historias. Pero me parece que una dama debe guardar algunas cosas para mantener el encanto del misterio.

Eso sí, y en esto soy irreductible: yo nunca, pero nunca, he pagado el hotel.
Primero muerta que sencilla.

21.2.10

A mi (rubia) monstra comegalletas

Quiero que sepas que estoy aquí. Siempre. Tan incondicional como aquella pavosa canción de Luis Miguel.
Quiero que sepas que cuando hago cuentas creo que me he reído contigo más que con cualquiera en los últimos años. Contigo comparto las carcajadas inocentes que aún me quedan, las risotadas infantiles que refrescan el alma y el espíritu, si no es que son lo mismo.
Quiero que sepas que nuestras diferencias me alimentan, como pocas cosas en esta vida. Que nos complementamos, más que Tom Cruise y Renée Zellweger en aquella -también pavosa- película romántica.
Quiero que sepas que cuando cantas, sobre un escenario o en el baño, entiendo lo que es el orgullo materno, ese ufanarse de algo que no es de uno pero como si lo fuera.
Y cuando pataleas insoportablemente con alguno de tus caprichos - como una niña chiquita que pide una galleta- entiendo la paciencia materna, que permite controlar el impulso de asesinar a una pequeña criatura sólo porque es tierna y adorable. Tú sabes que yo soy muy maternal.
Quiero que sepas que te adoro. Que ya no me imagino una historia en la que tú no estés. Así sea a un océano de distancia.
Quiero que sepas que estoy aquí. Para ti. Siempre

10.2.10

De la inutilidad de los prefacios

Yo quiero escribir un libro y luego hacerme la muerta un par de años, sólo para esperar las ediciones de la obra y leer los prólogos de un montón de expertos que nunca me conocieron y que “comentan”, “critican” y “analizan” lo que he escrito.
Luego saldría a burlarme en sus caras a decirles que no, que el personaje de la chica no es “una clara representación de mi relación con mi madre”. Y que aquella metáfora en la que comparo las salchichas con la física cuántica no esconde un “código oculto que espera a la interpretación de mis fetiches y obsesiones”.
La mayoría de los autores debería revelarse y decir NO, PANA, no le busques cuatro patas al gato. Cuando escribí perro quise decir perro. No estaba generando una iconografía referente a los valores de la sociedad de la época. Simplemente pensé en un perro y lo escribí “María tenía un perro”. Punto y final.
Es más, ¿quién inició la costumbre de iniciar una obra con los "comentarios" de otro que no sea el autor? NADIE quiere leer eso. Al menos, nadie que yo conozca.
Por eso nunca leo los prólogos

9.2.10

Prisionera

El nuevo video de Telegrama es como una cachetada de la realidad.

A todos ustedes, ingenuos soñadores, que aún están allá afuera sin caer en las garras del sistema que nos mantiene subyugados por guevones. Conviertan este tema en su himno*:



*en vez de montar un blog para quejarse eternamente y seguir cobrando el 15 y último calladitos la boca, como esta servidora

2.2.10

Loop

Aquí estamos de nuevo, aunque juré nunca volver. Olvido convenientemente que puedo ser esta, pero sigue recordándolo la peor parte de mi.
Yo soy yo, como dijo Descartes o alguno de esos tipejos que estudiamos en la escuela. Pero yo también soy otras, y no vengan a decirme que eso ya lo dijo otro porque lo sé, pero no me importa.
Soy la roca, el trapo, la copa y la cobija. Todo eso y unas cuantas cosas más que no puedo explicar con palabras sin parecer un remedo triste de Cortázar o un tarjeta Hallmark que nunca se vendió.
Esta mal que esté escribiendo justo ahora, contravengo la primera orden que me dio la única persona que hasta ahora me ha dado clases para escribir.
Se supone que la musa no debe dominarnos, menos cuando es invocada por la tristeza o el despecho, u otro de esos sentimientos tan rebuscados que nos encantan a los pichones de escritor.
Se supone que escribir es un oficio, que tiene un método, que obedece a la disciplina y a una acción consiente. No a estos arrebatos angustiosos a los que respondo siempre, ahogada en rabia o en lágrimas, que casi siempre son lo mismo.
Pero aquí queda la constancia de que cedí otra vez al impulso adolescente de escribir como catarsis, y no como oficio. Revolcándome en la certeza de que es esta inmadurez la que me tiene atada a una silla de 8 a 5, a un teléfono que no pago yo, vendiéndome al mejor postor, jurando que eso me hace mejor que los demás.
Cada letra duele cuándo sabes que no vale, y cada párrafo es una pérdida de tiempo cuando asumes que encontrarás lo que buscas: condescendencia y simpatía. ¿Acaso no comulgamos todos en el dolor?
Hasta el ritual se hace cliché. Dejar a mano los cigarros y un encendedor que ya casi no responde, como mi sentido común. Poner a una inglesa a cantar a través de los parlantes, a decirme lo que ya sé. Que él sería una buena presa, si se dejara cazar.
Aunque él no exista, otra vez. Aunque insista en cubrirme de sombras hasta que me de frío, y luego vaya a calentarme con el sol que irradian los que deciden vivir mejor que yo.
Por estos días soy una caja vacía. Que sirve para mudar de un lado a otro los disfraces que he podido comprar.
Soy también un libro rayado, sobre el que vuelven los dedos cansados de manosear siempre las mismas historias. Incrédulos de que la misma cita pueda servir para mostrar lo que éramos la última vez que pasaron por allí.
No hay manera de reinventarse sin destruirse. Y no hay destrucción sin coraje.
El coraje que le falta a la roca para arrojarse sobre el ventanal. El coraje que no tiene el trapo para negarse a limpiar las mismas manchas una y otra vez. Ni la copa para reventarse contra el suelo, aún llena de vino. Pero sobre todo, el coraje que no tiene la cobija para cubrir a ese cuerpo que se niega y sigue tirándola al suelo todas las madrugadas.

22.1.10

Señoras y señores:


Este blog tiene 2 años (y su autora tiene 24 y una semana)

Podría decir un trillón de cosas maravillosas, pero sólo voy a decir gracias.
Ninguno de ustedes tiene una idea del favor que me hacen pasando a leer mis babosadas, comentando y haciéndome sentir acompañada.


Gracias mil.

8.1.10

Overrated


Todos los seres de este sobrepoblado hueco del espacio hemos pedido a gritos - alguna vez - honestidad.

"Dime la verdad", "se sincero", "no me engañes".

Producto de las convenciones y lo bien visto hemos aceptado la sinceridad y la verdad como virtudes y valores, rasgos dignos y pruebas de nuestra moral.

Como todo, es culpa de Disney. Nadie puede superar la atrocidad de ver a un pobre niño de madera sufrir durante hora y media viendo como crecía su nariz. Enfrentando ladrones, ballenas asesinas y demás obstáculos, sólo por ser mentiroso.

Yo misma reconozco haber resaltado por años mi capacidad para ser frontal, directa y sincera con todo lo que me rodea. Ingenua hija del sistema.

Hoy he venido a decirles que no, que ya no lo soporto más. Quiero que me mientan.

No puedo seguir escuchando verdades y aceptándolas con entereza. No quiero volver a pasar por el trago amargo de decirle a un ser querido que ese peinado le queda mal, que esa chaqueta le hace ver gordo, o que dejó de ser querido -por mi-.

Miéntanme. Especialmente ustedes, hombres del mundo, miéntanme.

Digan que deben ir a cumplir una mision secreta con Interpol. Que su abuela está enferma. Que el carro no prendió. Que se van a Timbuctú a pagar una promesa al Santo niño de Atoche.

Basta de mentiras fáciles como "no eres tú, soy yo" o "todo va a estar bien". Basta de verdades que también son mentiras como "no estoy listo para el compromiso" o "te mereces a alguien mejor".

Yo sé que me merezco a alguien mejor, pero mi soberana estupidez me llevó de alguna manera a querer estar contigo, entonces al menos ten la decencia de mentirme. Pero como debe ser.

Quiero que me mientan y quiero creerles. Así que hagamos todos un esfuerzo.

Nadie se atreve a decirlo, pero la verdad está sobrevaluada.

Ocultémosla hasta que no duela más.