2.2.10

Loop

Aquí estamos de nuevo, aunque juré nunca volver. Olvido convenientemente que puedo ser esta, pero sigue recordándolo la peor parte de mi.
Yo soy yo, como dijo Descartes o alguno de esos tipejos que estudiamos en la escuela. Pero yo también soy otras, y no vengan a decirme que eso ya lo dijo otro porque lo sé, pero no me importa.
Soy la roca, el trapo, la copa y la cobija. Todo eso y unas cuantas cosas más que no puedo explicar con palabras sin parecer un remedo triste de Cortázar o un tarjeta Hallmark que nunca se vendió.
Esta mal que esté escribiendo justo ahora, contravengo la primera orden que me dio la única persona que hasta ahora me ha dado clases para escribir.
Se supone que la musa no debe dominarnos, menos cuando es invocada por la tristeza o el despecho, u otro de esos sentimientos tan rebuscados que nos encantan a los pichones de escritor.
Se supone que escribir es un oficio, que tiene un método, que obedece a la disciplina y a una acción consiente. No a estos arrebatos angustiosos a los que respondo siempre, ahogada en rabia o en lágrimas, que casi siempre son lo mismo.
Pero aquí queda la constancia de que cedí otra vez al impulso adolescente de escribir como catarsis, y no como oficio. Revolcándome en la certeza de que es esta inmadurez la que me tiene atada a una silla de 8 a 5, a un teléfono que no pago yo, vendiéndome al mejor postor, jurando que eso me hace mejor que los demás.
Cada letra duele cuándo sabes que no vale, y cada párrafo es una pérdida de tiempo cuando asumes que encontrarás lo que buscas: condescendencia y simpatía. ¿Acaso no comulgamos todos en el dolor?
Hasta el ritual se hace cliché. Dejar a mano los cigarros y un encendedor que ya casi no responde, como mi sentido común. Poner a una inglesa a cantar a través de los parlantes, a decirme lo que ya sé. Que él sería una buena presa, si se dejara cazar.
Aunque él no exista, otra vez. Aunque insista en cubrirme de sombras hasta que me de frío, y luego vaya a calentarme con el sol que irradian los que deciden vivir mejor que yo.
Por estos días soy una caja vacía. Que sirve para mudar de un lado a otro los disfraces que he podido comprar.
Soy también un libro rayado, sobre el que vuelven los dedos cansados de manosear siempre las mismas historias. Incrédulos de que la misma cita pueda servir para mostrar lo que éramos la última vez que pasaron por allí.
No hay manera de reinventarse sin destruirse. Y no hay destrucción sin coraje.
El coraje que le falta a la roca para arrojarse sobre el ventanal. El coraje que no tiene el trapo para negarse a limpiar las mismas manchas una y otra vez. Ni la copa para reventarse contra el suelo, aún llena de vino. Pero sobre todo, el coraje que no tiene la cobija para cubrir a ese cuerpo que se niega y sigue tirándola al suelo todas las madrugadas.

9 comentarios:

Andrea dijo...

No sé tú, pero yo pienso que para escribir lo único que necesitas son ganas.
Como tu musa puedes elegir hasta una nube, y nadie puede ir contra ello.
Si hoy es la tristeza y el despecho, mañana serán la felicidad y el alcohol.
¿Quién dice que no?
Beso

A dijo...

.... RE-BÁRBARO, GENIAL y podría seguir pero llegaría a ser molesto; me gustó tanto porque a pesar de estar conciente del arrebato de ser dominada por por esos impulsos lujuriosos sale una contradicción de no debo- pero lo estoy haciendo; sin duda escribir es un arte, es dominar a la bestia que y amoldarla a nuestro antojo (y no al revés), sin embargo incluso en las cosas que no se deben hacer existe cierto sabor.
Saludos y un abrazo.

Ana Sosa M. dijo...

La verdad, estoy en desacuerdo con tu profesora.

Aunque tal vez no debemos depender de la musa (o en este caso, el despecho) para escribir, yo encuentro que los mejores escritos resultan cuando tenemos el corazón fruncido. Siempre los sentimientos extremos desatan la perfección de cualquier arte. En este caso, la escritura.

Aprovecha tu musa, más bien. Muy lindo que te quedó esto.

Saludos,
Ani

Victor Marin Viloria dijo...

Mi perfect me da mucha pena saber que te sientas así... Pero también te digo que es uno de los textos más hermosos que haya leído en un blog en mucho tiempo. No lo digo para halagarte o hacerte sentir mejor. Lo digo con el corazón en la mano: esto es una belleza de escrito. Qué pena que haya estado inspirado por esos sentimientos tan negativos.

Que estés bien y que te mejores pronto, (pero por favor no dejes de escribir joyas como esta...)

un gran abrazo

Bubble dijo...

La verdad a mí se me ha hecho difícil dejar de escribir en esos momentos en donde no reina la razón sino "el despecho" o "la rabia"... no sé exactamente que me molesta, si el hecho de dejarme dominar por los sentimientos y que los deje transformarse en palabras, o que la razón que produjo el sentimiento no preste la mínima atención a la "obra" que me ha hecho realizar, o quizás sí, pero no cambia en nada cosas, e igual quedo al descubierto.
No me gusta que esas sean mis musas la mayoría de las veces, pero lo que me da permiso a seguir escribiendo inspirada por estas, es que en algún lugar quizás alguien se identifique con lo que digo, como yo lo he hecho tantas veces leyendo tu blog, y eso está bien, porque me da ideas de cómo hacer las cosas diferentes la próxima vez... y así no repetir lo mismo una y otra vez hasta el infinito y más allá.
En cuanto a "No hay manera de reinventarse sin destruirse". En el libro "La quinta Montaña" Paulo Coelho propone una cosa: "no puedes destruir sin aprender a reconstruir", creo que aplica cuando nosotros producimos la "destrucción" para darnos permiso a reinventarnos nuestras vidas. El hecho es que quizás no hay que prestarle tanta atención a la destrucción, sino más bien dedicarse a "aprender cómo reinventarnos!", si logramos eso, no hay manera de construir de nuevo la misma historia que nos negamos a vivir... cosa que yo no sé hacer todavía, pero en eso ando...

Sigue escribiendo!! en cualquiera de tus facetas es un placer leer tus post! :)

isaac dijo...

Aunque te sientas asi a mi me parece que los mejores textos son aquellos que transmiten no solo letras sino "SENTIMIENTOS" y este esta repleto de ellos.

Escribe cuando te de la gana! que para escribir, solo hay que escribir.

Anónimo dijo...

En el Arte no hay reglas, díselo a tu profesora. Nadie te puede decir que escribas con o sin musa, trastornada o feliz, apasionada o equilibrada. Lo importante es nunca dejar de hacerlo, porque si hubieses seguido las reglas nos hubiésemos perdido de esto y creo que nos lo merecemos todos.
ST.

Briks dijo...

hay promesas que uno hace con la certeza de no cumplirlas


y - a veces - eso es bueno

Anónimo dijo...

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