5.9.08

Héctor y Willie

Héctor y Willie son mis mejores amigos. Desde siempre. No tengo recuerdos previos a ellos. Siempre andan juntos, es casi imposible compartir con uno sin que aparezca el otro.
Capaz a eso se deba mi eterna necesidad de una mitad. Pero no malinterpreten, no voy a hablar ahora de eso que saben que me aqueja y desequilibra de a ratos: mi soltería. En este caso, me refiero a esas mitades que deberíamos tener todos. A un 'otro' que se vuelve tu segunda parte, o tú la suya, es lo mismo.
Cuando estaba en el colegio, irremediablemente al llegar a un lugar me preguntaban por mi compinche, en las raras ocasiones en las que no estaba a mi lado. Luego, en la universidad -y hasta el sol de hoy- pasó lo mismo, '¡Hola! Y Desi?". Más recientemente, todo el que me ve llegar sola a algún lugar pregunta '¿Y la gocha?'. Así soy yo. Compinchera. Es culpa de Héctor y Willie, que siempre se me presentaron juntos.
Héctor es más divertido, pero está loco el pobrecito. En cambio Willie es como melancólico, algo más romántico. Cuando necesito arrecharme con el mundo, o demostrar mi capacidad de pasarme por el forro alguna situación, recurro a Héctor. Pero si el asunto es llorar, recordar o suspirar -pero tropicalmente-, Willie es el hombre.
Me los presentó mi papá, porque antes de ser panas mios fueron sus compinches. Pero no se preocupen, no es que me la pase con par de viejos paviperros. Es que ellos son inmortales, y se burlan del tiempo.
Héctor y Willie me han visto en los peores estados a los que he podido llegar. Muy borracha, llorando, sufriendo. Pero también han estado ahí en todas las fiestas familiares, y algunas con amigos. Presentes en las carcajadas sabrosas, y en las algarabías del alma. Héctor siempre me saca a bailar. Me divierto de lo lindo con él.
Willie es más de sentarse a tomar con uno, hablando paja, riendo, o discutiendo las banalidades que siempre saben mejor con una fría. Aunque no se crean, también baila.
No tienen idea de todo lo que he conversado con esos panas. Horas y horas de escucharlos decirme muchas verdades, y mucha cursilería. Sobre todo cuando se enamoran. Se ponen hasta insoportables.
Cuando tenga hijos -si es que los tengo- me voy a encargar de dejarles como herencia a este par (y algunos bienes inmuebles, no se asusten), espero que los acepten y los que quieran. Y que me recuerden cuando hablen con ellos, así como yo recuerdo a mi padre siempre que ellos están. Siempre me pagan un boleto ida y vuelta hasta él, no importa que estemos lejos.
Willie es medio brujo. Justo hoy, que todavía tengo una resaca del huracán que pasó por mi esta semana, me llamó y me dijo, sin previo aviso:
.-No se puede negar la existencia de algo palpado, por más etéreo que sea. El único gesto es creer o no, algunas veces hasta creer llorando.
Yo estaba pensando en algo que no existe para mi, pero él me convenció otra vez.
Más atrás llegó Héctor, medio borracho, como siempre . Y me soltó esta perla:
.-Todo tiene su final, nada dura para siempre. Tenemos que recordar que no existe eternidad.
Y yo le creí.



¿Cómo no le voy a creer a la inmortalidad?



3 comentarios:

Anónimo dijo...

Genial ... como tú.

el whittie dijo...

I knew it... from the first line I knew it...

Yimmi Castillo dijo...

Esto es lo más perfecto que he leído hasta ahora sobre Héctor y Willie.
Yo conozco más de cerca a Willie, pero con Rubén, y después comencé a pasármela con el segundo, con los seis (son) del solar y ahora con Editus... A Héctor sin embargo lo respeto, y mucho.